Durante el pasado año, iniciamos un
proceso de guerrilla research en el
que preguntamos a amigos y colaboradores de ciudades tan diversas como Berlín, Nueva York, Barcelona, Madrid, Málaga y Toledo, cuáles
eran las principales necesidades que observaban en sus ciudades, qué pensaban del concepto de Smart City y
cómo debería ser un desarrollo inteligente desde su perspectiva personal.
Sus respuestas confirmaron nuestras
intuiciones sobre la idea de que los espacios urbanos, nuestras
ciudades en definitiva, necesitan ser re-pensados, re-diseñados, re-descubiertos.
Este proceso debería ser capaz de introducir
la voz de los ciudadanos en las dinámicas de desarrollo urbano, ya que solo
de ese modo se puede aprovechar la
totalidad de flujos e información que hacen que una ciudad determinada se convierta en un centro de creatividad
y riqueza, de bienestar y desarrollo.
Para apoyar estos insights iniciamos una fase de etnografía urbana. El equipo
de trabajo dedicó dos semanas a hacer derivas en diferentes áreas de Madrid,
identificando espacios vacíos y desperfectos. Se descubrieron tanto espacios que
podían ser aprovechados, así como diversos fallos o desperfectos dentro de sus
desplazamientos cotidianos a pie.
Al hilo de estas indagaciones y siguiendo un deseo de intervenir de alguna
forma, aunque fuese ideando una posible microacción al respecto, planteamos Hackity, un proyecto guiado por una estrategia de
redescubrimiento y replanteamiento de los espacios y los flujos urbanos
desde una perspectiva bottom-up, que
pone el acento en las capacidades de los
ciudadanos para tomar partido en las decisiones y acciones que afectan
directamente al entorno en el que viven.
Una iniciativa de empoderamiento urbano en toda regla.
En la búsqueda y revisión de experiencias o proyectos que se hayan realizado dentro de esta línea de actuación en espacios urbanos, encontramos el proyecto Drift Deck, un juego algorítmico para navegar las calles de la ciudad usando tarjetas con instrucciones que proponen derivas en la ciudad.
En la búsqueda y revisión de experiencias o proyectos que se hayan realizado dentro de esta línea de actuación en espacios urbanos, encontramos el proyecto Drift Deck, un juego algorítmico para navegar las calles de la ciudad usando tarjetas con instrucciones que proponen derivas en la ciudad.
Dentro de nuestro proceso de
ideación de Hackity, el concepto de deriva
ha sido utilizado como una de las aproximaciones metodológicas de nuestra propuesta.
Como es sabido, las derivas fueron
un concepto ideado por el Movimiento Situacionista en la segunda mitad del
pasado siglo y elevado a la categoría de arte por algunos de sus seguidores,
como Guy Debord.
Si buceamos en la Historia del Arte,
podemos encontrar ejemplos de acciones similares ya en los albores del siglo
XX, asociadas los estilos de vida de los artistas de las vanguardias, como el
Futurismo, o, cómo no, en pasajes de poemas de Baudelaire, entre otros:
"Una París mítica y fantasmagórica, es polisémica y polifónica,
tal como la modernidad que le da sustento."
Arraigadas en el paisaje urbano y enmarcadas en el concepto más amplio de la Psicogeografía, las derivas planteaban una alternativa performática y crítica a las rutas urbanas estandarizadas por fenómenos como el turismo o la ordenación urbanística establecida.
Representaban un pulso conceptual a las lógicas impuestas a las ciudades y sus paisajes (también emocionales) desde la economía o la política.
Transgredían esas lógicas imponiendo la fuerza del azar, de la espontaneidad, de lo inesperado.
Queremos rescatar su potencial de redescubrimiento de los espacios y re-apropiación de los flujos de información.
Ahora más que nunca, nuestras ciudades están trazadas desde una visión económico-centrísta, sus paseos, sus calles, sus galerías, parques, museos, confluyen sin saberlo hacía un fin fundamentalmente económico.
Necesitamos revertir y canalizar ese flujo. Las ciudades deben estar orientadas a las personas, antes que a ninguna actividad particular.
Hoy las derivas, apoyadas por nuevas aplicaciones y tecnologías pueden servir para poner a las personas y sus descubrimientos en el centro de los flujos urbanos.
Este tipo dinámicas sirven para redescubrir lo urbano, es cierto. Pero también para denunciar desde el transito, para dibujar nuevos mapas y rutas en las urbes, para dar luz en las trastiendas de las ciudades.
Se busca una ciudad que escuche a
sus ciudadanos.
Estamos convencidos de que éste puede ser también un método construcción de redes, de trazado de puentes entre puntos inconexos, de visualización glocal de nodos improbables.
Esto, a su vez, puede traducirse
como un medio para el redescubrimiento del valor local,
de promoción de la ciudadanía, de alumbramiento de un nuevo orden urbano donde
el ciudadano está en el centro de las decisiones y las acciones que le afectan.
Y todo ello, realizado desde un enfoque orgánico, social, participativo y
creativo.
Hackity también toma como referencia la experiencia del
proyecto Hacking the City -Interventions in urban and communicative spaces
que consistió en la puesta en marcha de más de una
docena de proyectos de intervención de cultura hacking en espacios urbanos de
Essen durante 2010.
En el siglo XX la humanidad se
hallaba inmersa en un experimento de urbanización sin precedentes, hoy
por hoy ese experimento es nuestra
realidad.
Somos una especie urbana. Las ciudades
son nuestro hábitat natural.
Necesitamos herramientas y tecnologías que faciliten nuestra participación y sumen
nuestras capacidades, hagan de nosotros Smart Citizens que habiten Smart Cities.